En el documento la
Tiranía de los Valores de Carl Scmitt (http://es.scribd.com/doc/27347099/Carl-Schmitt-Tirania-de-los-valores), se muestra como en 1923 gracias a Ortega
y Gasset, se plantea filosóficamente el gran descubrimiento de los valores, de
la lectura que había realizado de la obra de Max Scheler.
El término de
Valores, es utilizado indistintamente por toda clase de personas, de la misma
manera hay diferencias en cuanto a la significancia de esta palabra para los diferentes
idiomas.
Hay personas y
cosas; así mismo hay valores para las cosas y dignidad de las personas, pero la
misma dignidad se ha convertido en un valor desde el surgimiento de la
filosofía de los valores.
Incluso el marxismo,
puede terciar cuando se habla de valores, obviamente en términos más económicos
acerca del valor de las cosas, las personas, la plusvalía y el trabajo.
Para Martín
Heidegger, se empieza a pensar en valores desde el siglo XIX, de la misma
manera se estratifican, e incluso dentro de la teología cristiana Dios se asume
como un valor supremo.
Pero los valores son
importantes en cuánto valen, y es el hombre quien le adjudica dicho valor; es
en ese momento cuando se desencadena una lucha de estos valores, por aparecer.
Pero en cuanto haya alguien que valide subjetivamente estos adquieren ese
valor; dice el autor:
“Quien dice que valen sin que nadie los haga valer,
quiere engañar”.
Hay además un nuevo
concepto, el de revalorización, el
cual trata de estimar los diferentes puntos: punto de vista, punto de partida,
punto visual. Esto permite que se presente una ambivalencia en los valores, y
podemos afirmar que hay un valor para alguien que al mismo tiempo representa un
valor contra alguien, mostrando una agresividad de los mismos.
El auto
acorazamiento de los puntos de vista, objetiviza los valores y tiende a crear
un ambiente más agresivo ante los mismos. Se presenta una lucha inevitable de
revalorizadores o desvalorizadores; no se objetivan los valores luchando contra
los valores que atacan los nuestros.
Hay una lógica que
afirma que cualquier precio se debe pagar por el valor supremo, cualquier
precio es poco. Para algunos la vida es un valor supremo, para otros, hay
valores superiores e incluso la destrucción puede justificarse para imponerlos.
En la lógica del
valor supremo y del sin valor, el cual no vale y se puede atacar, se presentan
cualquier clase de excesos.
La libertad absoluta
de valores, se puede presentar en la ciencia, y esto en sí mismo puede asumirse
como un valor, e incluso, los defensores de dicho valor supremo pueden atacar
la filosofía de valores.
Hartmann acuña el
término de “tiranía de valores”, el
cual se refiere a que el valor supremo siempre dominará sobre el menor y hay
una lucha cerrada sobre el sinvalor; esto es lógico y esperado. Se ataca
incluso a valores mayores, por ser extraños; hay una tendencia a la apropiación
de un valor sobre los otros, por ejemplo, la justicia sobre el amor
Surge el dilema de
la vida como valor, incluso para algunos de valor supremo, pero como la tiranía
de los valores es implacable, aparece el sinvalor o sin vida y el extremo de la
autorización de eliminar la vida sin valor vital.
Es en los dominios
de la “Tiranía de los valores” donde planteo la discusión:
¿Podría, de acuerdo
a este concepto filosófico, presentarse la tendencia a tener una
valoración de cada vida humana, para cada ser humano?; ¿Supone
esto que cada hombre tiene su escala de valores?, ¿Todos tendremos un valor
diferencial para el otro, de acuerdo a su escala de valores, a la convicción de
su valor supremo y de su sinvalor?.
¿Es posible aceptar
una ciencia que descarte la filosofía de valores?; ¿Es una realidad el
alejamiento de las ciencias de esta?; ¿algo debe hacerse desde el interior del
pensamiento científico?; ¿es función de la ciencia o los científicos dirimir y
decidir al respecto? O ¿es la sociedad la que debe asumir y obligar este análisis?